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Vintage 2012
Vintage
2012
Armonía conseguida
La Maison solo ofrece grandes añadas de champagne.
Dom Pérignon Vintage se elabora exclusivamente a partir de las mejores uvas de un único año, reinventándose a sí mismo mediante la interpretación del singular carácter de las estaciones y atreviéndose a no elaborar un Vintage si la cosecha no cumple las elevadas expectativas.
Tras un mínimo de ocho años de crianza en bodega, el vino alcanza el equilibrio perfecto que representa Dom Pérignon, su mayor promesa. Así es Dom Pérignon Vintage: la plenitud de la armonía.

UNA ARMONÍA EXPLOSIVA
Para Dom Pérignon, el ensamblaje es la gran cita de la elaboración del champagne. Es el gesto creativo que, desde la vid y mediante una búsqueda realizada con intuición y creación, pondrá en juego contrastes y paradojas, oposiciones y complementariedades, para revelar así su propia verdad para cada añada. Es el ensamblaje el que incita a un diálogo interior inesperado.
Se destaca hoy en el intercambio de Dom Pérignon Vintage 2012 y su armonía explosiva.

La imprevisibilidad de las estaciones del año 2012, su autoridad y generosidad, han creado un paisaje olfativo singular, una variedad sorprendente.
Riqueza y diversidad inigualable de las frutas: en 2012, cada variedad de uva, cada región, cada pueblo, cada parcela ha estado en su mejor momento, permitiendo a la añada estar presente en todas las polaridades.
Conectando intensidades, tensiones contenidas y contrastes extremos, el ensamblaje de Dom Pérignon Vintage 2012 revela una construcción singular, vibrando al ritmo de una energía controlada, canalizada por sabores ácidos y amargos, que brota y resplandece.
Una armonía explosiva.
Riqueza y diversidad inigualable de las frutas: en 2012, cada variedad de uva, cada región, cada pueblo, cada parcela ha estado en su mejor momento, permitiendo a la añada estar presente en todas las polaridades.
Conectando intensidades, tensiones contenidas y contrastes extremos, el ensamblaje de Dom Pérignon Vintage 2012 revela una construcción singular, vibrando al ritmo de una energía controlada, canalizada por sabores ácidos y amargos, que brota y resplandece.
Una armonía explosiva.

EN NARIZ
Completo y cambiante, mezclando las flores con las frutas y lo vegetal con lo mineral. El buqué es táctil, nos lleva sutilmente a sus pasos. Flores blancas empolvadas con la dulzura del albaricoque y la ciruela mirabel. Del frescor del ruibarbo y la menta a la mineralidad de la ceniza. Pimienta blanca.
EN BOCA
La energía domina en boca. Después de una presentación acogedora, el vino vibra rápidamente y termina literalmente explotando. La efervescencia surge, la sensación es vigorosa. Canalizada por sabores ácidos y amargos, el final se intensifica y se vuelve penetrante. Deja su huella: jengibre, tabaco y aromas tostados.